Domingo en la tarde, son casi las cinco y acabo de despertar de una terrible jaqueca que en realidad cumplio su papel, me revolvió el cerebro, me revolvió ese yo que guardo y domestico, porque vaya que es terrible. Y entre todas las cosas que pensé y que recorde todo se filtro en una pregunta ¿estaré haciendo lo que quiero?. La única respuesta que me doy ahora es pues si y pues no, los detalles que conllevan al análisis de la respuesta tan básica me los prefiero guardar.
El sol en estos momentos ciega la pantalla trasladándome a alguna playa en la cual lo único que quiero hacer es estar sentada en la orilla mirando el horizonte.
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